lunes, 3 de julio de 2017
El deterioro físico, la decadencia mental, los signos de la edad marchita. No es esto lo que más me conmueve de la vejez -pues a menudo se ceba, con más saña aún, en la vulgaridad insufrible del adulto joven-, sino la parcela de dignidad humana que arrastra consigo, la indefensión y el abandono. Lo veo, impotente, en mi madre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario