miércoles, 21 de octubre de 2015
Cuando, en el ámbito doméstico, intentamos ejercer de psicólogos, nunca se sabe si lo que queremos es ayudar al que lo necesita -solamente- o fortalecernos a nosotros mismos con argumentos y parábolas que -muy cabales, muy efectistas- ganan crédito asumiendo una perspectiva sensata y objetiva, marcando las distancias de la razón y de la lógica, externalizando el problema. Reconforta y gratifica dispensar consejos, palabras de esperanza, sobre todo cuando en nosotros mismos flaquea.
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