viernes, 9 de mayo de 2014
SÍ O SÍ. Y PUNTO
Una cosa que me enerva es el imperio de los modismos taxativos, sin derecho a réplica, a los que probablemente la jerga academicista etiquetará de otra forma. Son rachas, que pueden durar meses o años, en que el coloquialismo del lenguaje se cuelga la suprema toga de la verdad, una verdad con V mayúscula, y no repara en la desconsideración ni en el desprecio de las razones del otro, si el otro las tuviere. Recuerdo una larga temporada en que las conversaciones, fueran más o menos acaloradas, se solían zanjar con un "y punto" que estrangulaba cualquier solución de continuidad, cualquier atisbo de consenso; ahora, observo, los requerimientos de toda índole aparecen salpicados de continuos "sí o sí", un sí o sí todopoderoso, incontestable, falsa disyuntiva que se clava en la cerviz del interlocutor, a menudo subordinado, y que lo abandona como un harapo en la cuneta de los argumentos. En la casa o en la oficina, en la calle o en el plató de televisión, sí o sí, los totalitarismos siempre empiezan por las palabras. Estoy convencido. Y punto.
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1 comentario:
Un gran artículo. Porque sí. Y no me discutas.
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