domingo, 18 de noviembre de 2018

Hartazgo de actualidad, indiferencia ante los titulares que continuamente restaura la inmediatez de los medios, empacho de noticias que se saben fabricadas, forzadas para el consumo rápido, efímeras.
La vulgaridad se ha adueñado también del insaciable afán de novedades, más ahora que aprendió a colarse en nuestro día sin pedir permiso -llevamos su cáncer en la palma de la mano-, obedeciendo al generoso mandato de un toque casi distraído, inconsciente, tedioso, del pulgar o del índice.
Cómo salvarse de esta deriva, de esta estupidez recurrente, si no es regresando a una actitud de inhibición radical.

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