martes, 31 de julio de 2018

El fenómeno de los bares que madrugan, no de los que tardan en cerrar. Los parroquianos se levantan antes de que se apaguen las luces de la noche y regresan a sus casas o ponen rumbo a sus trabajos con los primeros rayos de sol. En pueblos como el mío es un ritual digno de análisis, casi una institución.
Hace un tiempo que me gustaría escribir algo sobre ello, un cuento tal vez. Las historias pensadas y nunca escritas constituyen por sí mismas un género literario, un maravilloso bazar.

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