Un buen rato pasando
revista, otra vez, a los papeles de Jorge. Su agudeza provoca en mí un
magnetismo de alcance imprevisible, como si poco a poco esas palabras, esas
piruetas verbales y hasta la raíz misma de su pensamiento se contagiaran de una
fe que ya no tengo, que quizá tuve hace muchísimo tiempo y luego se me extravió
en algún recodo del camino. Por momentos me reconozco en él, creo haber sido yo
quien le dictó en su día cada sentencia, cada aforismo. Pero él ya no está y no
puede defenderse.
He aquí la muestra con la
que esta tarde me quedo, a modo de homenaje, a punto de cumplirse quince años
desde su pérdida:
Cuando un hombre pierde una
chancla estamos más cerca de saber de qué pie cojea.
El miedo es muy cobarde:
mucho más de lo que sugieren sus muecas y de lo que tratan de ocultar sus
silencios.
¿Es lícita la autocita, o
nace deslegitimada y en pecado original?
La belleza no tiene
desperdicio, mientras que la inteligencia se desperdicia continuamente.
Las cosas materiales no dan
ninguna libertad; al contrario, para liberarse verdaderamente hay que empezar
por desprenderse.
No entiendo nada; nado sin
entender.
No hay refrán más certero
que aquel que pregunta por la sopa y responde con dos tazas.
Para ser perfecto hay que
cometer errores; para ser imperfecto, también.
Pensamiento positivo: lo
mejor del futuro es que siempre está por cumplirse.
Quien nada en la abundancia
corre el riesgo de ahogarse en su miseria.
Si sólo aspiras a ser
alguien, será que no te inspira ser quien eres.
Si te comes el mundo, como
dices, acabarás solo y sin nadie a quien contarlo, acorralado por la
indigestión o por el vómito.
¿Soy un apolíneo con
vocación dionisíaca o un dionisíaco con vocación apolínea? ¿Soy un dionilíneo o
un apolisíaco?
Su rencor compartido fue tan
largo y tan mutuo que ya no les dio tiempo a rencorciliarse.
Todo se resume en una cosa,
pero casi nunca sabemos cuál.
Un experimento con ratones
demuestra que la mente humana nunca deja de roer en la memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario