El artista es un seductor. Seduce tan sutilmente que hasta su orgullo mayor franca humildad nos parece. De la modestia que emana se nutren nuestros afectos, no porque ignoren sus armas, sino por fe en el talento. Y así su mundo cautiva nuestra incauta percepción, y adoramos la mentira, cómplices de seducción. |
jueves, 9 de octubre de 2008
VARIACIÓN SOBRE UN POEMA DE PESSOA
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2 comentarios:
Si me permites el juego, y siguiendo el camino inverso de tu variación, se me ocurre otra menos idílica:
Cómplices de seducción,
adoramos la mentira
tras la incauta percepción
del farsante que cautiva.
Damos fe de su talento
porque ignoramos las armas
que nutren nuestros afectos
con su modestia impostada:
franca humildad nos parece
hasta su orgullo mayor
y engaña tan sutilmente
que acaba siendo ficción.
¡Admirable! Los releo los dos y, con seguridad, me quedo con el tuyo, que además ha ganado en un efecto rítmico impecable, y que yo forcé sin demasiada convicción. Ahora sólo me queda la pequeña vanidad (o grande) de que el mío sea hijo de Pessoa y padre de Orfeo. Nada menos.
Insisto, ¡admirable!
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