Horas de arena y sonidos de mar bravo. Somos la fragilidad de cada instante, la adormecida inercia que sabe nuestros pasos y averigua nuestras detenciones y caídas. Quiero aprender a respirar aquí, oxigenar mi alforja, limpiarme los pulmones y la sangre con una buena ración de indiferencia.
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