viernes, 6 de enero de 2017
La inteligencia suele ser humilde; es su naturaleza. La estupidez, en cambio, tira más a la inmodestia, a la fanfarronería y a la soberbia. Si me he topado con excepciones a la regla, siempre ha sido entre individuos del primer grupo, el de los inteligentes; nunca entre los estúpidos, que al parecer lo son en términos absolutos. Y aun en aquel caso, superado el estadio en que el alarde pudiera disfrazarse de ironía o de cinismo, el desenlace acaba siendo insufrible, decididamente patético.
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