Casi apiadándose de mis quejas, me observó con suficiencia y dijo:
-Nos hemos equivocado tanto que necesitaríamos dos vidas más: una para recrearnos uno a uno en todos los errores cometidos; y otra para, uno a uno, poder rememorarlos, reescribirlos y olvidarlos.
Era el Destino. Intenté agarrarlo y se deshizo en humo. En el mismo instante desperté.
sábado, 26 de marzo de 2016
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