Cuando estoy con mis hijos, últimamente, noto que las horas se han ido vaciando de minutos, y los minutos de segundos, para convertirse estos y aquellos en momentos de oro, instantes de una dichosa plenitud que por primera vez desprecia la sustancia que llamamos tiempo.
Tanto leer y tanto escribir, tanto indagar en una y otra dirección, tanto perseguir quimeras, tantos conatos de definición de la felicidad, y de repente descubro en esto lo más valioso que me ha enseñado el año que ya expira.
viernes, 30 de diciembre de 2011
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1 comentario:
Sí. Ell@s te traducen el chino y lo que haga falta. Un abrazo fuerrte a uno de mis desconocidos favoritos.
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