-¿Quién coño te ha dado permiso para levantar esa persiana? Con repentino pudor, se aflojó la toalla y buscó su enredo de ropa entre los muebles y en el suelo. El zapato que faltaba había quedado de pie junto a la puerta, expectante. Cerró sin golpe, sintiendo el alivio íntimo de que así cruzaba el espacio imprevisible entre el error de una cama furtiva y la nueva dignidad del olvido. |
lunes, 31 de agosto de 2009
RELACIONES INTERMITENTES (1)
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1 comentario:
Nunca he sentido esa sensación, pero sí me he preguntado por ella...
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